Ikurriña jarri dute herriko plazan (reflexiones sobre simbolos e identidad)
Símbolos y banderas. Mientras que el PSOE se ha dedicado a pasar los meses de junio y julio reivindicando la vuelta del Borbón al salón de plenos (minuto 1 50´´del VIDEO) queriéndose convertir así en la primera agrupación socialista monárquica del mundo, el PNV no ha tardado en izar la ikurriña en la plaza del ayuntamiento. Un acto cargado de simbolismo en un pueblo donde la enseña vasca ha permanecido prohibida durante decenios de dictadura o el gobierno municipal ha estado conformado por socialistas de marcado carácter anti-vasquista (comenzando por los articulos del semanario “la lucha de las clases” de 1890 hasta las actuaciones realizadas en torno al euskera por el anterior equipo de gobierno).
Los símbolos de Euskal Herria han variado mucho a lo largo de su historia desde la estrella de ocho puntas con la media luna utilizada por los vascones al arrano beltza o las cadenas utilizadas por los reyes navarros durante la edad media. Pero indudablemente ha sido la ikurriña la que mayor arraigo y popularidad ha adquirido en toda la territorialidad de Euskal Herria. No hay más que observar la camiseta del equipo de rugby de Biarritz, o las gradas de San Mamés en cualquier partido del athletic, o incluso las fiestas de los pueblos donde su presencia continúa vetada por las instituciones y es izada por los vecinos como ocurre año tras año en los San Fermines de Iruñea.
Por contra la bandera española, la enseña de los post-franquistas y de la guardia civil, es un símbolo de imposición. No hondea en la mayoría de los consistorios del país, y en las que esta presente lo hace mediante sanciones yresoluciones judiciales, como lo hemos podido observar ésta misma semana en el ayuntamiento de Santurtzi.
La lucha por el reconocimiento de Euskal Herria llevada por diferentes generaciones de trapagarandarras hace que la presencia ikurriña de la plaza del pueblo esté cargada de emotividad para tantos y tantos aitites que participaron en la guerra del 36 en batallones abertzales, y para otros muchos jóvenes que pintaban las paredes de ikurriñas o las colgaban en los campanarios durante el franquismo. Poner la ikurriña en la plaza de Trapagaran es importante sin duda, pero no nos quedemos en el mero simbolismo que ello conlleva. Somos las personas las que construimos colectividades y con ellos los símbolos y no alrevés. Hoy en día luchar por Euskal Herria es construir y desarrollar nuestra propia identidad de pueblo, desde nuestra propia ideosincrasia particular de lo que somos, meatzaldea. No estaba muy equivocado Sagredo en el pleno de investidura cuando decía que éramos los nietos de Facundo Alonso y toda su tradición minera y socialista. La minería y la lucha obrera han forjado en parte nuestra identidad al igual que lo hicieron los labradores y baserritarras que cantaban las carrascoliendas en carnavales y poblaron el pueblo antes y durante las minas, o al igual que lo hicieron vecinos que llegaron procedentes de Castilla, Extremadura o Andalucía para trabajar en las grandes industrias de la zona. Uno de los primeros batzokis de Bizkaia fue el de Trapagaran (1908) y una de las “euskal etxea” de ANV se abrió en Ugarte (1933), también se formaron en la Babcock o La General las primeras comisiones obreras, como también alrededor de Galindo-Salcedillo-SanGabriel se formo uno de los primeros taldes de ETA.
Más allá de símbolos y banderas son las sociedades las que cambian. Nuestros padres no sabían euskera, nosotros hemos aprendido y ahora la totalidad de los niños del pueblo lo conocen. Hoy la construcción de Euskal Herria en lo identitario comienza en la construcción de la cultura popular euskaldun propia de Meatzaldea, ante la uniformización que nos ofrecen los estados español y francés, que es lo mismo por lo que lucharon aquellos gudaris que fueron a la guerra del 36 o lo mismo de aquellos jóvenes del franquismo que colgaron ikurriñas en campanarios y líneas de alta tensión, para que en el futuro no haya que volver a poner ninguna ikurriña en las plazas de los pueblos mas que en la balconada del ayuntamiento.
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